Hay veces en que el flujo de lo que conocemos se detiene, y pareciera un fragmento de la luz el momento en que todo se desfasa. No es relativo a la cualidad del fotógrafo que ve ángulos y composiciones todo el tiempo; si no de un ver y habitar una fotografía al mismo tiempo: la escena, su tiempo espaciado.
No es algo en los colores sino en la perspectiva; todo lo que habita entre ese momento y el aquí y el ahora. Por un parpadeo el futuro se agita, así como tú, quieta, en las tablas de madera que de pronto te rodean, mirándome, y de los libros que no importa ya si fueron leídos o arderán; allí, se sostiene tu imagen, más joven y más fuerte de lo que puedes asociar contigo misma.
Estupefacta por el vértigo de todo lo que puede acontecer y no acontece, de todas las fotos anteriores que en un fotograma explican este momento, como si uno pudiera registrar, y seleccionar y hundir las manos en su misterio, porque no son papeles sino que es un momento, un límite que se divaga a través del espejo.
Ahora, la verdad, también es algo en los colores, repentinamente los colores son afines y se hacen de la atmósfera un territorio compacto, una única paleta de colores, no puede existir otra organización cromática del atardecer que entra irremediablemente por la ventana, y que deja fuera todo lo demás, un exterior que se convirtiera en fantasma.
Posted on junio 20, 2015
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