Muñeco de Cuaresma I

Posted on abril 7, 2015

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El simulacro alzó los soñolientos párpados

y vio formas y colores que no entendio.

Del Golem, Borges.

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I

Miércoles de ceniza. Los mineros se persigan en la procesión, comienzan las borracheras, los petardos, la luna.La luna que llena de nubes el cenicero de nuestras cabezas cuando de un momento a otro a la orilla del camino la pirotecnia hace arder con su volcánica luz, nuestros pulgares levantados.

Ya sabes, la berma, el andarivel, la noche no tienen punto de retorno, la mafia, el alcohol, una secta secreta.Comprado el boleto, no hay recambio. Una vez te tocas la máscara, sus ojos de oro, te estiras por el continente hecho a imagen y semejanza de un vestido del diablo.

El centro y el perímetro del mismo país abre en sus fauces sus colores: drásticos brazos, henchidos hombros, montes. Un vendaval de almas que nos sumen en la idea de entrar más profundo en el baile. Las monedas suenan, se desparraman.

Entran las comparsas, las mandas una a otra, las peticiones, el pernil, el cencerro, la falda, el vuelo; empina el codo; la escarcha, empina, empina, los tumultos de fuego que se acongojan a la sola mención del singani, de la leche, canela; empina el codo; damos un giro para perder, billeteras, anillos, locutorios, rienda suelta a la vida y la muerte escritas en la misma pastilla. Giramos en un triángulo de luces.

En el horizonte, desde el socavón se ven los animales parturientos, vienen las lluvias, mugen, se hace un barro, digo, la saturación de la ciudad entera nos toca la lengua. Nosotros tocamos la ventana, se hace un barro y dibujamos el día en que acariciamos a la virgen, cuando entramos de rodillas al templo a fumar en los vitrales la muralla secreta que se abre, el siniestro enigma de un cigarrillo. Satanás a la inversa del mantel, a la inversa de las flores el capullo. Un minero abre la cantera, debajo de su casco sabe cuánto valen sus tres gramos de sal, se hace un barro, se emborracha.

Satanás a la inversa del mantel, a la inversa de las flores el capullo. Un minero abre la cantera, debajo de su casco sabe cuánto valen sus tres gramos de sal, se hace un barro, se emborracha.

Le seguimos, le olemos los pasos y exhaustos, sudados, con las manos mustias por el candor de la piedra nos rebosan las ganas de llenarnos los bolsillos, en el último deseo multiplicar en la humedad los relámpagos que chocan entre sí con los bronces, el infinito, el barro; cerrar los ojos por un momento para aspirar; librarnos de las bestias del vértigo sobre la hipófisis, sobre las carabelas luminosas que abrazan el mundo, con su golpe que te agarra de los huesos.

Entonces lo único a que atinamos es a romper la ventana, untar nuestros dedos con la sangre que escurre por la pared como un recuerdo de los cuerpos arrebatados por la asfixia, primero muere el gorrión, la rata, luego van cayendo los cascos por el túnel que se hace más profundo, por la mina que tiñe de carbón, los cuerpos, las bengalas.

Posted in: CARNIVALARIA, Poesía